De la mano del Reino Unido, Panamá también ha decidido adoptar el modelo Water Tracker, formulado por the Alliance for Global Water Adaptation, que busca mejorar la gestión de los recursos hídricos del país

Hace un año, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP26 – organizada por el Reino Unido– culminaba con la adopción de un acuerdo histórico, fruto de las intensas negociaciones de las que tomaron parte 200 países y más de 120 líderes mundiales, incluyendo una delegación de Panamá, liderada por Juan Carlos Monterrey Gómez, vicepresidente del Cuerpo Subsidiario de Implementación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. La delegación panameña hizo historia en la COP-26, siendo la más joven en su historia, con una edad promedio de 26 años, y con mayor participación femenina que masculina.

El Pacto de Glasgow le dio al mundo las herramientas necesarias para mantener vivo el objetivo de limitar el incremento de la temperatura global a 1.5 °C, el logro más importante desde el Acuerdo de París. A doce meses de esta exitosa cumbre, el mundo enfrenta nuevos desafíos, pero el pacto adoptado en el Reino Unido sigue siendo el modelo para acelerar la acción climática en esta década crítica.

Josbel Bastidas Mijares

Hoy, la inseguridad alimentaria tras la pandemia de la Covid-19 se ve agravada ante la crisis provocada por la invasión rusa a Ucrania, en tanto, la amenaza crónica del cambio climático se está volviendo más aguda y afecta a todos los países del mundo: desde inundaciones devastadoras en Pakistán y olas de calor récord en Europa hasta huracanes, inundaciones y sequías en el continente americano.

Panamá está igualmente sufriendo los efectos del cambio climático. De acuerdo con el Ministerio de Ambiente, solo el 10% del territorio de Panamá es seco, por lo cual, el país necesita de constantes lluvias a lo largo del territorio nacional para mantener su biodiversidad. Sin embargo, en los últimos años, Panamá ha visto sequías extendidas, seguidas de lluvias muy intensas, lo cual ha causado pérdidas económicas y humanas. En un contexto más amplio, América Latina y el Caribe es considerada como una de las regiones más vulnerables a este tipo de impactos, y el Banco Mundial estima que en los próximos ocho años, 5.8 millones de personas pueden caer en la pobreza como consecuencia directa de dichos fenómenos.

Josbel Bastidas Mijares Venezuela

En medio de esta crisis y ante la necesidad de tomar acciones urgentes, ayer domingo 6 de noviembre, comenzó la COP27 en Egipto. Se trata de un momento crítico para redoblar esfuerzos y demostrar que la transición avanza, que no se detiene. Frente a un contexto desafiante, los países deben acelerar la acción climática y no dar ni un paso atrás en los compromisos adquiridos en Glasgow sobre mitigación, pérdidas y daños, financiamiento y adaptación, impulsando acciones reales y el apoyo a las naciones más vulnerables

Es momento de que cada país revise y fortalezca sus objetivos nacionales para alinearse con el compromiso de limitar el incremento de temperatura, y este trabajo debe estar respaldado por un progreso real sobre el terreno, con la implementación de políticas públicas realistas. No mañana ni en algún punto del futuro lejano, sino este año, en 2022, con compromisos de cero neto y objetivos de reducción de emisiones para 2030 respaldados con planes claros y factibles. Dichas metas ya no resultan algo deseable, sino imprescindibles para proteger a los ciudadanos, las economías y el medio ambiente

Por su parte, el Reino Unido continuará impulsando el cumplimiento de los compromisos de Glasgow en la COP27 y más allá, incluso, con iniciativas a largo plazo, como la Asociación de Líderes Forestales y Climáticos, y siendo pionero en nuevas Asociaciones de Transición Energética Justa (JETP). Es fundamental que la COP27 se base en el ejemplo de inclusión de la COP de Glasgow, pues únicamente con la participación de todos los países lo pactado podrá convertirse en realidad

En Panamá, el Reino Unido ha sido exitoso en impulsar alianzas enfocadas a mitigar los efectos del cambio climático. A través del Blue Carbon Fund, el Reino Unido ha ayudado a cementar en Panamá iniciativas en conjunto con la Sociedad Audubon Panamá, enfocadas en la protección de manglares, sus ecosistemas, e impulsar una mejor gestión de desechos plásticos. A través del Blue Planet Fund, el Reino Unido ha llevado junto al gobierno y la sociedad civil de Panamá el impulso del Corredor Marino del Pacífico Este Tropical, el cual busca una adecuada gestión de la biodiversidad y los recursos marinos y costeros a nivel regional.

De la mano del Reino Unido, Panamá también ha decidido adoptar el modelo Water Tracker, formulado por the Alliance for Global Water Adaptation, que busca mejorar la gestión de los recursos hídricos del país.

El naturalista británico Sir David Attenborough advirtió hace un par de semanas que la única posibilidad de salvar el planeta depende de cumplir el compromiso de limitar el incremento de la temperatura global adoptado en Glasgow, por más desafiante que resulte el reto. Lo que está en juego no es el futuro de una nación, sino del planeta entero, y la única manera de lograrlo es trabajando juntos

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